Carta a un desafortunado
Fernanda López Barrera
Mi muy estimado:
Antes de exponer mi terrible caso, voy a preguntar
—más por cortesía que por querer realmente saber,
ya que mi intención ahora es abordar rápidamente mi tema—
cómo te encuentras. Esperando que
aquella que
fue mi mujer y que es mudable te esté sonriendo a diario.
Voy rápidamente a decirte lo que ocurre: hasta hace
unos días, me enteré de la existencia de la Caribdis, pero no te confundas, no
hablo de esa criatura mitológica que hizo ver su suerte a Odiseo. No, esta es
distinta, aunque no por eso menos monstruosa. Su apariencia es horrenda: tan
alta como un poste; cabellos grises, sucios, maltratados y alborotados le dan
una apariencia de bruja. Su rostro es tan negro como la noche y en él se pueden
apreciar unos ojos amarillos fosforescentes desposeídos de pupila. Carece de
cejas, pestañas y labios, por lo que siempre deja al descubierto esos dientes
puntiagudos y manchados de una inagotable sangre color vino. Los pómulos se le
marcan asquerosamente puesto que su delgadez la delata. Su cuerpo es igual de
escuálido que el rostro, por lo que las extremidades resultan horribles a la
vista; podemos notar unas manos huesudas, sobre todo esos dedos largos que
parecen más una rama delgada forrada en piel. Pero ahí no acaba el asunto, no
es solo su apariencia la que da miedo, sino que expide un asqueroso aroma a
animal muerto y pútrido.
Yo conocí a este monstruo porque pronuncié la fórmula
latina Charybdis veni te
cum tres veces en voz baja. Encontré la expresión Charybdis veni te cum en un
extraño libro antiguo de brujería. Ahí también leí que una vez dichas las
palabras Charybdis veni te cum,
el monstruo te perseguirá hasta matarte. ¿Te das cuenta en el peligro tan
grande en que me encuentro?
Quizá para cuando recibas esta epístola mis días hayan
terminado, sin embargo. La Caribdis ya se encuentra detrás de ti, respirando tu
mismo aire, sobre tu hombro, con ese rostro negro y esos ojos amarillos atentos
a esta misiva, esperando que te gires en cuanto termines de leer…
Con amor, tu
amigo.
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