CREADOS EN DISCORDIA

  CREADOS EN DISCORDIA



           En los principios, no habitaba ni un ser humano sobre la Tierra. Solo los animales y las plantas habían sido creados por la diosa Hera y eran mucho más voluminosos que hoy día. Eris, diosa de la discordia, hija de Zeus y Hera, se complacía con crear desacuerdos entre todos, sobre todo entre sus padres. Esta diosa sabía de los amoríos furtivos de su padre Zeus con las sirenas, por lo que lo extorsionaba pidiéndole poderes adicionales a cambio de su silencio. Le llegó a pedir los siguientes poderes: el de crear discordia, desamor y odio entre los dioses, el de crear confusiones y mentiras tan bien planificadas como para provocar odio, rencor y celos. Se divertía con el dolor ajeno.



           Zeus había siempre accedido hasta que Eris le exigió: “Deseo ser tan poderosa como mi madre. Deseo ser creadora”. Zeus estuvo a punto de cumplir tal deseo, pero Hera los descubrió intentando confabular contra ella. Iracunda, Hera castigó a su hija. La envió en soledad a la Tierra y le cerró las puertas del cielo. Zeus sintió lástima por su hija, a quien vio vagar por la Tierra convertida en poca cosa, desolada y sin poder ejecutar sus poderes: a nadie tenía ya para hacer víctima de los enredos, sinsabores y discordias que tanto disfrutaba ocasionar. “Padre Zeus, dame compañía aquí, en este lugar tan inmerecido”, pedía Eris. “Lluvia verás, salada como lágrimas y la tierra que hoy pisas se ablandará y tornará barro. Te sentirás como Hera ese día”, le respondió Zeus.


            Zeus reunió a todos los dioses y les informó que la Tierra desaparecería porque el agua de Poseidón, dios del mar, ya no era suficiente. “Los terrenos estarán pronto cuarteados, divididos y hechos polvo que el aire desvanecerá. Morirá toda la naturaleza creada con mi energía por mi amada Hera”. Todos creyeron tal mentira y comenzaron a llorar. “Sí; lloren todo lo posible. Sus lágrimas serán el agua que salve las tierras y el abono que sane a la naturaleza”. Lloraron por dos días y la tierra se humedeció tanto que se ablandó y se tornó rojiza.


            Eris, quien se había guarecido en una cueva, salió cuando dejó de llover. El sol calentó como siempre y la tierra se volvió barro. Aburrida, todo un monto de barro en sus manos y moldeó lo que parecía ser una cabeza de dios. Luego le formó el torso, los brazos, las piernas… en fin, todo el cuerpo. “Si hablaras y me acompañaras”, dijo. En ese momento, la escultura de barro se incorporó de pie y pronunció sus primeras palabras: “Gracias por crearme. Soy tuyo. Llámame como quieras”. Eris no podía creer lo que veía, pero entendió las palabras que Zeus le dijo cuando ella se lamentó por su soledad desde la Tierra. “Te llamaré Humano. Solo serás el primero”. Laboriosa, creó una escultura de barro muy parecida a la de una diosa. También cobró vida. Les exigió a ambos humanos que tomaran barro y crearan más seres como ellos. A esos creados, a su vez, les ordenó lo mismo. Según eran creados, se les exigía que se unieran a otro humano para que formaran otra escultura. “Si trabajan en pares, la producción es más pronta”, estableció Eris.


            Tuvo razón: muy pronto la Tierra quedó repleta de humanos hechos de barro. Hera, estaba orgullosa de su hija, pero la dominaron los celos. Como venganza, Hera hizo a los animales, las plantas y los ríos, cada vez más pequeños y escasos, tanto que pronto los humanos ya no tuvieron para comer ni beber. “Exigimos alimento y agua”, gritaban los humanos a la diosa Eris. Como diosa de la discordia, Eris les respondió: “La culpable es Hera que ya no sabe crear. Cúlpenla a ella”. Los humanos fueron muriendo hasta desaparecer. Eris quedó sola nuevamente y le rogó a Zeus para que castigara e hiciera sufrir y llorar tanto a Hera para obligarla a reformar la naturaleza y que surgieran más humanos. Zeus, infiel y promiscuo, hizo sufrir con humillaciones a su esposa, por lo que la naturaleza es eterna, aunque a veces es escasa, pero los humanos mueren cada vez que Hera se llena de valor y toma venganza.

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