CREADOS EN DISCORDIA
Zeus había
siempre accedido hasta que Eris le exigió: “Deseo ser tan poderosa como mi
madre. Deseo ser creadora”. Zeus estuvo a punto de cumplir tal deseo, pero Hera
los descubrió intentando confabular contra ella. Iracunda, Hera castigó a su
hija. La envió en soledad a la Tierra y le cerró las puertas del cielo. Zeus
sintió lástima por su hija, a quien vio vagar por la Tierra convertida en poca
cosa, desolada y sin poder ejecutar sus poderes: a nadie tenía ya para hacer
víctima de los enredos, sinsabores y discordias que tanto disfrutaba ocasionar.
“Padre Zeus, dame compañía aquí, en este lugar tan inmerecido”, pedía Eris.
“Lluvia verás, salada como lágrimas y la tierra que hoy pisas se ablandará y
tornará barro. Te sentirás como Hera ese día”, le respondió Zeus.
Zeus reunió a todos los dioses y les
informó que la Tierra desaparecería porque el agua de Poseidón, dios del mar,
ya no era suficiente. “Los terrenos estarán pronto cuarteados, divididos y
hechos polvo que el aire desvanecerá. Morirá toda la naturaleza creada con mi
energía por mi amada Hera”. Todos creyeron tal mentira y comenzaron a llorar.
“Sí; lloren todo lo posible. Sus lágrimas serán el agua que salve las tierras y
el abono que sane a la naturaleza”. Lloraron por dos días y la tierra se
humedeció tanto que se ablandó y se tornó rojiza.
Eris, quien se había guarecido en
una cueva, salió cuando dejó de llover. El sol calentó como siempre y la tierra
se volvió barro. Aburrida, todo un monto de barro en sus manos y moldeó lo que
parecía ser una cabeza de dios. Luego le formó el torso, los brazos, las
piernas… en fin, todo el cuerpo. “Si hablaras y me acompañaras”, dijo. En ese
momento, la escultura de barro se incorporó de pie y pronunció sus primeras
palabras: “Gracias por crearme. Soy tuyo. Llámame como quieras”. Eris no podía
creer lo que veía, pero entendió las palabras que Zeus le dijo cuando ella se
lamentó por su soledad desde la Tierra. “Te llamaré Humano. Solo serás el
primero”. Laboriosa, creó una escultura de barro muy parecida a la de una
diosa. También cobró vida. Les exigió a ambos humanos que tomaran barro y
crearan más seres como ellos. A esos creados, a su vez, les ordenó lo mismo.
Según eran creados, se les exigía que se unieran a otro humano para que
formaran otra escultura. “Si trabajan en pares, la producción es más pronta”,
estableció Eris.
Tuvo razón: muy pronto la Tierra
quedó repleta de humanos hechos de barro. Hera, estaba orgullosa de su hija,
pero la dominaron los celos. Como venganza, Hera hizo a los animales, las
plantas y los ríos, cada vez más pequeños y escasos, tanto que pronto los
humanos ya no tuvieron para comer ni beber. “Exigimos alimento y agua”,
gritaban los humanos a la diosa Eris. Como diosa de la discordia, Eris les
respondió: “La culpable es Hera que ya no sabe crear. Cúlpenla a ella”. Los
humanos fueron muriendo hasta desaparecer. Eris quedó sola nuevamente y le rogó
a Zeus para que castigara e hiciera sufrir y llorar tanto a Hera para obligarla
a reformar la naturaleza y que surgieran más humanos. Zeus, infiel y promiscuo,
hizo sufrir con humillaciones a su esposa, por lo que la naturaleza es eterna,
aunque a veces es escasa, pero los humanos mueren cada vez que Hera se llena de
valor y toma venganza.
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